sábado, 18 de septiembre de 2010

“Yo nací un día que Dios estuvo enfermo”... “Me moriré en París con aguacero”..., cómo no recordar a aquel poeta visionario que fue capaz de adelantarse a la forma, día y lugar de su muerte y, que de una manera extraordinaria supo transmitir a través de sus obras la tragedia, el dolor y el sufrimiento del hombre; ese hombre que fue el motivo principal de su inspiración.
A 118 años de su nacimiento y 72 de su muerte, Vallejo continúa vivo en la mente de niños, jóvenes y adultos; es así como debe seguir, por ello, se hace muy necesario que en todos los niveles de educación se promueva el acercamiento a este célebre escritor, y creo que la mejor forma de hacerlo, es a través de su obra; digo que se hace necesario porque él está siempre refrescándonos la memoria y recordándonos que somos humanos y que debemos portarnos como tal, evitando la explotación, la injusticia, el odio y muchos otros sentimientos mezquinos que sólo nos conllevan a la mediocridad, a las zanjas oscuras, al rechazo común.
Vemos con gran satisfacción que día a día más personas se unen a la causa Vallejiana, personas que han comprendido el mensaje y que sienten en carne propia el sufrimiento del autor; es por ello que promueven desde una pequeña exposición sobre la vida y obra del poeta, hasta un recital en su memoria y, porque no decir que, valorando y reconociendo la vida de Vallejo, hasta una prestigiosa universidad lleva con orgullo su nombre; pero, eso no es suficiente, la causa debe continuar, porque a pesar del esfuerzo desplegado por humanizar al hombre, todavía no lo hemos logrado y es por ello que con mucha esperanza recuerdo a todas aquellas personas bondadosas las palabras del mismo Vallejo:
¡AH!, DESGRACIADAMENTE, HOMBRES HUMANOS, HAY HERMANOS, MUCHÍSIMO QUE HACER.

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